20 mayo 2008

A 198 años de la Revolución de Mayo

Hecho estruendoso y nudo problemático de la historia de nuestra nación. Aquel proceso revolucionario que termina por deponer a un gobierno colonial se manifiesta como punto de fuga al cual confluyen infinitas dimensiones desde las cuales permanentemente se busca interpelar al pasado, presente y futuro de nuestra nación.
La autodeterminación de los pueblos, la exaltación del hombre en las ideas humanistas y su expresión política y cultural, el papel de la razón en la organización política de las sociedades, la constitución de los estados nacionales periféricos, la consolidación de las diversas clases sociales que se disputarán posiciones hegemónicas en nuestro país, etc, son encrucijadas teóricas e históricas que en aquellos días de Mayo de 1810 se pusieron de manifiesto entrecruzadas y entreveradas como elementos clave en la constitución de un país que en dichos hechos sigue buscando identidades y respuestas a sus problemas históricos.
Es imposible extrapolar marcos conceptuales de otras latitudes para hacer inteligibles los procesos políticos ocurridos a comienzos del siglo XIX en lo que será más tarde nuestra nación Argentina. Aunque resulta ineludible recuperar las tradiciones intelectuales que motivaron a los revolucionarios de mayo para comprender aquellos hitos históricos.
El iluminismo, el humanismo, y sus expresiones político-revolucionarias en la Europa del siglo XIX constituirán el punto de referencia de aquellos hombres patriotas que serán artífices de este extraordinario proceso político.
Las condiciones estructurales de nuestras tierras eran sometidas a permanente discusión por los revolucionarios de mayo y las diversas interpretaciones acerca del posible desenvolvimiento de una nación con grandeza, justa y soberana, se expresaban en los proyectos políticos que entraban en colisión antes, durante y después de la revolución.
La explotación, la esclavitud y la dominación no eran un patrimonio exclusivo de la metrópoli colonialista; las diversas manifestaciones de la dominación del hombre por el hombre, eran también cadenas al progreso y a la realización de la grandeza humana.
La exaltación ética del hombre como elemento central de dicha emancipación se funde en palabras que resumen ese espíritu humanista que desafiaba al pasado y ponía sobre las manos del hombre, y en su expresión política, el destino irreductible de la transformación social y cultural. Mariano Moreno escribía en su Prólogo al Contrato Social:
“En vano sus intenciones serán rectas, en vano harán grandes esfuerzos por el bien público, en vano provocarán congresos, promoverán arreglos, y atacarán las reliquias del despotismo; si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no sabe lo que vale, lo que puede, y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte, mudar de tiranos, sin destruir la tiranía”.
La divinidad dejaba paso a la razón, y esta se elevaba como el faro capaz de guiar a los pueblos a la felicidad y la grandeza; nuestras tierras se disponían a gobernarse a si mismas sobre la base de la igualdad, la libertad y la fraternidad en el marco de sangrientos enfrentamientos entre reales, revolucionarios y contrarrevolucionarios.
La libertad y la justicia marcaban en el camino entre las traiciones, conspiraciones y asesinatos; la libertad y la justicia sobreviven en los corazones de Moreno, Belgrano, Castelli, Larrea, San Martín, Bolívar y tanto otros mientras la patria grande se proyectaba como camino necesario para la liberación.
Los pueblos unidos de América del Sur forjaron una historia común, dispuesta a romper las cadenas del colonialismo y el 25 de Mayo de 1810 aparece como el punto aquel en el que confluyen estos sueños y proyectos, en el camino de forjar el sujeto político capaz de ser libre, capaz de alcanzar la grandeza de la libertad con la entrega y el trabajo abnegado a una causa trascendente y patriótica.
Debemos evitar el momento aquel en que “el peso de las cadena extingue hasta el deseo de sacudirlas”; América del Sur se debate su destino ayer, hoy y siempre; la claridad y contundencia del proyecto político de los revolucionarios de mayo evidencia la valentía y el ideario de aquellos hombres que buscaron que estas tierras se gobiernen a si mismas.
Hoy a 198 años de la Revolución, desde el MNR, recordamos aquella gesta que dio origen a nuestra patria y que se sostuvo sobre la fe de que la voluntad, el pensamiento y el espíritu son los elementos centrales del sujeto político capaz de llevar adelante la transformación social y cultural.
Iniciado aquel difícil camino de la liberación, las cadenas permanecen como obstáculos de la realización humana y ese es nuestro desafío: el desafío permanente de la historia que se dimensiona tras recuperar nuestro pasado común, nuestros mártires y nuestra identidad como nación.

MOVIMIENTO NACIONAL REFORMISTA
MESA NACIONAL

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