07 mayo 2008

Alicia Moreau: Aniversario de su fallecimiento

Nace en Londres el 11 de octubre de 1885. En 1890 la familia Moreau llega a la Argentina. Su niñez y adolescencia transcurre en un ambiente familiar, formado en los principios de la solidaridad, la libertad y la igualdad.
Era muy joven cuando recorría con valentía los centros de Barracas, de Pompeya, de todo el suburbio de Buenos Aires llevando a los trabajadores su voz en defensa de la salud del trabajador y de su familia, su denuncia de las enfermedades sociales, la necesidad de desarrollar la educación. El año 1906 marca la iniciación en su vida política al participar en el Congreso Internacional del Libre Pensamiento.
Organiza, junto a Sara Justo y la doctora Rawson de Dellepiane, el Centro Feminista, para luchar por la conquista de los derechos civiles y políticos, para reivindicar la participación de la mujer en la vida nacional y para instar a las compañeras y a las conciudadanas a incrementar su participación. Desde esta época se une a los socialistas, sin afiliarse al partido, realizando una proficua labor educativa con los trabajadores y sectores mas desprotegidos en los centros, bibliotecas y en la Sociedad Luz, que fue la primera que organizo en Buenos Aires la enseñanza popular.
Ingresa a la Facultad de Medicina en una época en que la presencia del sexo femenino era una excepción. Obteniendo junto a otras dos mujeres su título, convirtiéndose en verdaderas pioneras en su tiempo.
En 1909 participa activamente del Congreso Popular de Educación, y desde su lugar de profesora enseñaba: "Dejemos el prejuicio de las razas, sobrevivencia ancestral que nos hace mirar con indiferencia las matanzas de negros, chinos e indios; destruyamos estos falsos conceptos escudo tras el cual se ocultan o disimulan las abominaciones de las guerras coloniales, y que sobre sus ruinas los pueblos estrechen sus manos, los más avanzados ayudando a los retardatarios, en vez de aniquilarlos con desprecio feroz y que continuando con la obra del tiempo y del saber, se forme la familia única de la humanidad del porvenir”.
En 1918 funda la unión Feminista Nacional, cuyos principios era: cooperar en la elevación de la mujer en todos los planos, emancipación civil, creación de comités para el mejoramiento de las condiciones de trabajo, sufragio femenino.
En 1920 se afilia al Partido Socialista. Decía por aquella época: “El conocimiento de lo que es la vida obrera y de los desguarnecido que estaba entonces el hombre, fue lo que me impulso a ingresar al partido. ... No existía legislación obrera y el verdadero creador fue Alfredo Palacios, elegido diputado en 1904. ... Es necesario reconocer, por otra parte, que es el primer partido político que admitió a la mujer en absoluta igualdad de derechos y obligaciones”. Poco tiempo después, en 1922 se casa con Juan B. Justo, siendo ambos dos relevantes personalidades, en ese momento, del país.
Pese a sus disidencias con el gobierno del general Perón, en 1947 se alegra profundamente por la victoria de las mujeres al concretarse el sufragio femenino y dice: “...el derecho a elegir y ser elegida, es un derecho innegable de la mujer en cuanto persona trabajadora y pensante, que la eleva de la condición de esclavo de la antigüedad, de idiota o menor de edad de la sociedad que se dice moderna y forma parte del camino que debe recorrer para su emancipación”.
Cuando el despotismo menospreció la vida no vaciló - a sus años- en encabezar la lucha por los derechos humanos. Convirtiéndose en una de las fundadoras de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
En su vida no alcanzó altos puestos de preeminencia política, pero escaló otros inaccesibles para quienes solo tienen el móvil mezquino del interés personal. Por eso no solo estuvo de acuerdo con la Unidad Socialista, sino que fue una militante por la unidad, que se sacrificó en estos últimos años en recorrer centros, en recorrer locales con escaleras, por las que subía con trabajo pero con una fuerza invencible, extraordinaria, a los 97 años, a los 98, a los 99. Concurría a una y a otra reunión, de los diversos partidos socialistas a plantear la necesidad de la unidad, con fuerza, con convicción, con grandeza, con generosidad sin pedir nada, quien podía haber pedido todo. Sin pedir ninguna figuración, ningún puesto, ninguna primacía.
Tuvo la grandeza y la eterna juventud de tender la planchada y de cruzarla con integridad moral, por sobre las disidencias y las adversidades de nuestra historia política, concluyendo su existencia donde la iniciara: al lado de los trabajadores de Argentina, cuando a pocos años de su ida llega en un primero de mayo más, en los cuales manifestó con los trabajadores, al estadio de Atlanta a encabezar el palco de la Confederación General del Trabajo en el día de los Trabajadores.
El día de su despedida, el compañero Guillermo Estévez Boero decía: “El camino se hace al andar, pero el andar está condicionado por el espacio y por el tiempo. Su clara comprensión de esta estructura de la realidad la transformó en la mujer más plena de nuestra historia y en la revolucionaria más coherente de nuestra existencia. Luchó por las reivindicaciones sociales en las etapas de máxima expoliación; luchó por los derechos de la mujer en las épocas de mayor denigración; luchó por los derechos humanos en el tiempo de su mayor vejación; siempre en la superación concreta de una realidad concreta”. Muere el 12 de mayo de 1986, en un nuevo aniversario de su fallecimiento, valido es resaltar los grandes valores de esta militante, resaltar las virtudes morales y cívicas que durante cien años la Dra. Alicia Moreau de Justo puso al servicio de la lucha por la justicia social, por la paz y por la vida.

MESA NACIONAL - MNR

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