14 mayo 2008

Aniversario de la muerte de José Martí

Primer hijo de un austero hogar de inmigrantes españoles, nació en La Habana un 28 de enero de 1853, José Julián Martí Pérez, a quien siguieron siete hermanas. Después de recibir las primeras enseñanzas en una modesta escuela del barrio, la ayuda económica de su padrino Francisco Arazoza le permite ingresar al colegio San Anacleto, donde nacería la íntima amistad con Fermín Valdés Domínguez, hijo de un acaudalado guatemalteco que siguió y asistió a Martí en algunas etapas del exilio.
Martí padre se resistía a dar cauce a las inquietudes de su hijo, y sólo el decidido apoyo de la madre y el padrino hizo que José pudiera ingresar a la Escuela de Instrucción Primaria Superior Municipal de Varones de La Habana, cuyo director era el patriota: Rafael María de Mendive, poeta, periodista y ejemplar maestro que supo afianzar y desarrollar en el espíritu de su joven alumno los altos ideales en germen.
El Grito de Yara (1868), que dio inicio a la Guerra de los diez años, inspiró al adolescente Martí el poema Diez de Octubre publicado en el pe­riódico "El Siboney", que circulaba manuscrito entre los estudiantes.
En 1869 Cuba gozó una breve libertad de prensa, que fue bien aprove­chada por Martí para publicar artículos políticos en "El Siboney", colabo­rar can Fermín Valdes en la elaboración del periódico "El Diablo Cojuelo" y hasta fundar, con la ayuda de Mendive, uno propio titulado "La Patria Libre", del que apenas pudo editar un número solo.
Estas primeras manifestaciones públicas provocaron el distanciamiento del padre de Martí, a lo que se sumó la detención de Mendive y la clausura del Colegio San Pablo, lo que representó para él quedar sin padre real, sin padre espiritual y sin hogar, sumiéndolo en un estado de desesperación tal que apenas su amigo Fermín logró disuadirlo de pensar en el suicidio.
Una carta firmada por ambos amigos, hallada en una requisa en la casa de Fermín Valdés, lo condeno a Martí a seis años de presidio y trabajos for­zados (1870) en las canteras de San Lázaro. Allí enfermó y mediante la intervención de su padre, (reincorporado a la policía) y del arrendatario de las canteras, se le conmuto la prisión por el confinamiento en una finca de este último, donde recuperó fuerzas y se dedicó a la lectura y a sus escritos. De esta temprana y dura experiencia se incorporarán para siempre a su condi­ción dos cosas: la conciencia revolucionaria y un eslabón de su cadena de presidiario convertido en anillo donde grabó Cuba y que siempre llevó puesto.
El 15 de enero de 1871 Martí fue deportado a España, en la Península los deportados gozaban de amplia libertad de acción y el joven Martí pudo así, bien pronto relacionarse con el ambiente revolucionario, además de alcanzar las licenciaturas en derecho y filosofía y letras. Martí cayó agobiado por 1a soledad, la pobreza y la enfermedad, y una vez más la presencia y la ayuda de su gran amigo Fermín lograron recuperarlo.
A fines de 1874, terminada la Primer República Española, Martí y Fermín Valdés pasaron a Francia, y luego de una breve estada, en febrero de 1875, Martí se reúne con su familia en México.
El cambio de gobierno obliga a Martí a abandonar México; durante dos meses permanece en La Habana con nombre falso y luego se traslada a Guatemala, donde gracias a cartas de recomendación del padre de Fermín Valdés, es nombrado profesor de historia y literatura en la Escuela Normal Central; colabora en la revista de la universidad, pronuncia discursos y conferencias.
En septiembre de 1878 Martí regresa a Cuba beneficiado por la amnis­tía de la Paz de Zanjón, que cierra el capítulo de la Guerra de los Diez Años. Corre el año 1881 y Martí (28 años) permanecerá en Nueva York hasta enero de 1895; a lo largo de estos catorce años se dedica intensamente a escribir poesía y artículos periodísticos. En 1882 publica Ismaelillo, poemario que inaugura el modernismo.
El proyecto independentista de Martí, aun en el exilio, va hallando los instrumentos y mas apropiados para su concreción, según testimonios epistolares de 1882 que aluden a la creación del Partido Revolucionario Cubano.
Casi al finalizar 1891 Martí alcanza cierto bienestar económico y ya goza de fama internacional; pareciera que tales recompensas a su talento de escritor, periodista y diplomático le señalaron el momento propicio para concretar de una vez la gran empresa que daba sentido a su vida: la independencia de Cuba.
Con la fundación del Partido Revolucionario Cubano, Martí logra agrupar patriotas de la anterior Guerra de los Diez Años y la nueva generación identificada con el movimiento emancipador, sumando a sus filas figuras de la talla de los generales Antonio Maceo y Máximo Gómez.
La predica incansable de Martí por convencer a sus compatriotas de que “Cuba debe ser libre, de España y de EEUU”, lo llevara a sostener que “solo perdura y es para bien, la riqueza que se crea y la libertad que se conquista con las propias manos”.
La total entrega de Martí a la actividad organizativa y sus encendidos discursos, verdaderas proclamas y arengas que logran conmover las fibras patrióticas mas hondas, lo elevan a su consagración como líder revolucionario, a la par que sus resoluciones (líneas básicas para la acción futura) se aprueban por aclamación.
El líder inicia al fin un azaroso viaje hacia su Cuba, cautiva y doliente. Para Martí la independencia de su patria no es un fin en si mismo, sino que siempre había proclamado la necesaria instauración de un régimen democrático como prenda de paz.
Los últimos y trágicos momentos de Martí en combate son así relatados por Maria Luisa Laviana Cuetos: “El domingo 19 de mayo de 1895 al mediodía, una columna española, se aproxima al campamento insurgente establecido en Dos Ríos. Gómez sale a su encuentro y ordena a Marti que se quede en el campamento, pero este desobedece y, montando de repente en su caballo, se lanza al campo de la lucha. La loca galopada de Martí solo dura unos minutos, pues enseguida cae mortalmente herido con una herida en la mandíbula, otra en el pecho y la tercera en un muslo. Tenia cuarenta y dos años”.
En algún momento había dicho Martí: “Lo que importa no es que nosotros triunfemos, sino que nuestra patria sea feliz. Pues ¿para que se es hombre honrado, para que se es hijo de un pueblo, sino para tener gozo en padecer por el y en sacrificarle hasta las mismas pasiones grandiosas que nos inspira?”.
La guerra “necesaria” seguiría 3 años mas, hasta que la intervención de EEUU, tan temida por Martí, sustituye a Cuba en una guerra contra España que concluye a los dos meses con la firma de un tratado de paz por el cual España entregaba Cuba, Puerto Rico y Filipinas a Estados Unidos. La historia, bien se sabe, tampoco culmina aquí, pero el heroico espíritu de Martí sigue presente repitiendo todo un ideario asombrosamente vigente. Son sus propias palabras: "Desde sus raíces se ha de constituir la patria con formas viables y de sí propia nacidas, de modo que un gobierno sin realidad ni sanción no la conduzca a las parcialidades o a la tiranía". Los presentes fundamentos que trazan el gigantesco perfil de José Martí, hacen que constituya un verdadero símbolo de libertad, solidaridad, y noble entrega a los intereses latinoamericanos.

MOVIMIENTO NACIONAL REFORMISTA
MESA NACIONAL

No hay comentarios: