02 enero 2009

Documento para el Enero, Perfil de los graduados

En los últimos 30 años tanto en nuestro país como a nivel mundial han ocurrido transformaciones sociales significativas que modificaron fuertemente las relaciones de poder en todo el mundo. En este sentido se produjo un fuerte avance del poder económico concentrado y se instaló de manera hegemónica el mercado como mecanismo de organización de la vida social, que implicó además un significativo retroceso del Estado Nación como regulador de la vida económica y como garante de la vida social.
Esto trajo como resultado una sociedad signada por la pobreza, la exclusión, el desempleo y desigualdad en el orden material y el egoísmo, el individualismo y el nihilismo en el orden de lo espiritual, cultural y simbólico.
Las Universidades Públicas no quedaron fuera de este esquema e incorporaron a su interior las transformaciones que acaecían a nivel de la sociedad. Más aún la Universidad Pública pasó a encontrarse sumergida en una crisis de identidad pues ya no resultó claro el rumbo de ésta dentro de la crisis que ha generado la expansión hegemónica de las relaciones mercantiles como reguladoras del total de la vida social, en consonancia con una crisis del Estado Nacional en retirada.
En los últimos años, la recomposición del discurso que reivindica las instancias colectivas, solidarias, cooperativas, etc. por sobre las individualistas, egoístas, donde rige el “sálvese quién pueda”, no ha logrado modificar las raíces más profundas de este problema.
Al día de hoy podemos ver en la Universidad Pública, y fundamentalmente en sus planes de estudio y en el perfil de sus graduados, una cultura cientificista y positivista, desde la cual no solo rechaza la diversidad sino que además se aboca con intensidad a la profesionalización y especialización de sus estudiantes, convirtiéndose en un mero instrumento de capacitación de futuros trabajadores frente aquellos que no buscan más que conseguirlos, útiles y a bajo costo.
De esta forma, la cultura individualista y egoísta y el imperio del beneficio personal han hecho pié y transformado la Universidad Pública en los últimos 30 años, convirtiéndola en un mero instrumento que reproduce día a día las contradicciones que la expansión hegemónica del mercado ha generado en nuestras sociedades.
Por un lado, el dominio del discurso cientificista positivista y por el otro la extrema profesionalización del perfil del egresado (hechos complementarios, en absoluto contradictorios), son dos elementos centrales que hacen tambalear el carácter público del sistema universitario estatal.
Este es un momento donde lo que antes era un supuesto hoy se encuentra en debate y en este sentido el perfil de los egresados universitarios encarna las contradicciones principales que vive la universidad pública. La crisis de sentido de la universidad se traslada a una crisis de sus objetivos. Si entendemos a la vez que el objetivo central de la universidad pública es la formación de los estudiantes universitarios tenemos necesariamente en la agenda de debate el perfil de nuestros egresados pues allí confluyen planes de estudio, orientaciones pedagógicas y políticas académicas lo cual nos podría permitir buscar nuevos caminos para repensar la universidad pública.
Al mismo tiempo el impacto social de los diferentes tipos de graduados universitarios es muy alto lo que nos traslada a la necesidad de jerarquizar el carácter extensivo del perfil profesional lo cual pasa a ser un debate que no solo debe incorporar a los universitarios sino también a la sociedad en su conjunto.
Esto toma mayor importancia teniendo en cuenta que la universidad es pública y basa su existencia en las leyes y los presupuestos estatales y por tanto el resultado del trabajo de la comunidad universitaria no puede quedar ajeno a las necesidades de las mayorías nacionales.Con una universidad en crisis, con sus objetivos en crisis, debemos comenzar a encontrar los caminos para reconstruirlos y una posibilidad pude ser precisamente arrancar con su objetivo central, el perfil de los graduados que en el se encierra buena parte de la forma de organización del trabajo de la comunidad universitaria y sobre el cual debemos debatir para idear una sociedad mejor.

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