27 diciembre 2008

Políticas de involucramiento y participación estudiantil

A nadie escapa que el sistema político basado solamente en la “representatividad” se encuentra desde hace años en crisis. La distancia entre los intereses defendidos por los/as representes, se encuentran cada vez más alejados de los intereses que los/as representados/as pretenden se defiendan.
La democracia representativa es parte fundamente de la universidad reformista. Por ello, los espacios de participación heredados de la reforma se encuentran en crisis. Los salones de los consejos directivos extrañan las grandes discusiones de fondo. Este tipo de discusiones se encierran en despachos cada vez más chicos, cuyos actores siquiera han sido elegidos por el voto de sus claustros.
A su vez, los centros de estudiantes se han visto presos de la idea de política-servicio que fue cobrando forma a partir de la década del ’90. De este modo, las casillas se parecen más a una dependencia anexa de alumnado y bedelía que a un espacio de representación y defensa de los y las estudiantes.
Es por ello que el Movimiento Nacional Reformista se ha planteado como organización política que es, primero una gran autocrítica como espacio de representación del estudiantado argentino, por lo que ha asumido como una de sus responsabilidades modificar sus prácticas en pos de democratizar al máximo los espacios institucionales.
En esta tarea nos encontramos repensando la participación y su crisis. Consideramos que debe ser discutida la idea según la cual somos los y las jóvenes seres absolutamente descomprometidos con la realidad social, con la participación.
Sin dudas, a la luz de los modos de participación propios de las décadas del ’60-’70, no existe más participación política. Pero esta conclusión sólo es válida a la luz de dicho momento de la participación, y –aclaración necesaria- vale no solo para jóvenes, sino para la sociedad toda.
Nuestra organización responde a la crisis de la representatividad con la habilitación de espacios amplios para la participación de la ciudadanía. La pregunta que cabe realizar es en función de “qué” va estar puesta la participación de los y las estudiantes.
Los y las jóvenes se organizan en función de intereses puntuales, de modo acotado en el tiempo, con un grado de organización poco desarrollada. Al mismo tiempo, exigen mayor transparencia y capacidad de control real en la gestión de la cosa pública.
Estas características no implican descompromiso, sino nuevas formas de solidaridad social. Nuestra organización debe potenciar –como siempre lo hizo- que la sociedad se organice solidariamente para resolver sus problemas. Desde este parámetro, las dinámicas de participación de los y las jóvenes no presentan ninguna contradicción con nuestros objetivos políticos.
Debemos construir alternativas de participación de los estudiantes que fortalezcan el involucramiento en la discusión sobre y construcción de la sociedad que queremos. Esto debemos hacerlo tanto puertas adentro de la universidad como puertas afuera.
Generar espacios entre docentes, estudiantes y graduados, donde acordar modificaciones en planes de estudios, programas de materias, prácticas pedagógicas, proyectos de investigación, etc., que beneficien el proceso de enseñanza-aprendizaje, es una opción válida y necesaria. Estos ejemplos visibilizan el hecho que, desde un reclamo puntual debemos poder elaborar socialmente alternativas democráticas a la realidad.
Propiciar mecanismos de participación directa (Ej.: presupuesto participativo en los centros de estudiantes, autogestión de fotocopiadoras, etc.), así como espacios consultivos periódicos o temáticos (ej. Consejos consultivos, foros de debate sobre planes de estudio, etc.) en la gestión de las instituciones de la universidad reconstruyen los lazos de confianza y pertenencia debilitado por la crisis de la democracia representativa.
En un mismo sentido, puertas afuera, hay un sinnúmero de acciones que pueden dar contención a los diversos intereses que nuclean a los y las jóvenes de hoy. Una propuesta que se muestra como suficientemente flexible y aparece en más de una oportunidad en las conclusiones de los talleres son los programas de voluntariado. En tanto sigamos teniendo la capacidad de leer correctamente la realidad, mediando el análisis a la luz de nuestros valores, la participación ciudadana no significará nunca un obstáculo en la consecución de los fines que nos proponemos. Por el contrario, será la más clara demostración de nuestros aciertos.

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